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Santa Tecla, Imprenta Rafael Figueró Barcelona 1697, font:En la España mediaval 2010 |
Cuenta la leyenda... Tal fue a la postre el amor que le tuvo el rey Pere el Cerimoniós a la reina, que la hizo
coronar en Zaragoza con una excelente y magnifica fiesta. Volvió luego a Cataluña
notando la pesada y dolorosa vejez. Mandó llamar a los médicos más famosos de
sus tierras, y quiso de ellos saber donde podría vivir más sano esos pocos años
que le quedaban de vida, le fue respondido que no había ciudad en toda Cataluña
más provechosa y conveniente para su edad y salud, que la ciudad de Tarragona.
Escogió asentarse en ella y morar ahí el resto de su vida, más cuando supo que era
propiedad de la iglesia eso le pesó en gran medida, porque él quería vivir solo en
ciudades en que él pudiese mandar.
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El Rey Pere El Cerimoniós, font:Viquipèdia |
Quiso que se diese a cambio otra
ciudad a la iglesia, con tantos vasallos, tierras y renta y de esa forma cumplir
su deseo. Más los del cabildo de Tarragona no podían hacerlo ya que solo el
papa, que es cabecera de la iglesia puede alterar tales posesiones. Y como
entonces no había papa, que la iglesia estaba en cisma y los unos seguían a un
papa y los otros a otro y el rey Pere a ninguno, no había quien pues pudiera
hacerlo.
Andando estas diferencias, el camarero de la iglesia mayor que llamaban mossèn Bernad Pujol descubrió un medio para
que el rey cumpliera lo que deseaba. Y la verdad el medio era más sospechoso
que razonable, porque perjudicaba al cabildo, en gran perjuicio
del prior de la iglesia y en favor de la reina. Trataba el camarero, por medio
de la reina que el rey declarase que el prior era tan viejo que no estaba para
regir y que volvía la gobernación al mismo camarero. Y entones este ofrecía el
mando al rey, que haría lo que el rey mandase. El rey por cumplir su deseo
mandó citar a los canónigos de la iglesia, pero estos respondieron que el rey
no era suficiente, ni juez idóneo para esta causa, ni que estaban obligados a
comparecer ante el rey y que ningún
secular los podía citar y mucho menos juzgar y dar contra ellos sentencia.
El rey procedió contra ellos y
declaró que no era válido el preboste poniendo la posesión de la gobernación de
Tarragona al camarero, a lo que los canónigos y los vasallos del campo de
Tarragona no quisieron obedecer. El rey los declaró rebeldes y confiscó todos
sus bienes para sus cofres reales. Y
para hacer la ejecución de la guerra, sacó gente de Vilafranca del Penedés, de Montblanc y envío por capitán con
poder y autoridad al noble caballero mossèn Bernad de Villa de Mayn y aquél con
gente de armas corrió todo el campo y comenzó a hacer la guerra contra los
enemigos del rey, destruyendo y robando en gran parte del campo.
Los canónigos y el prior de
Cumbis ante tanto daño fueron a Barcelona a ver al rey pero les trató como rebeldes. Así pues
recurrieron a lo divino y citaron al rey para que en un plazo de sesenta días
tuviera que comparecer ante Dios Nuestro Señor para dar cuenta de tanta
destrucción en el patrimonio de Cristo y de su mártir santa Tecla.
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Suplici de Santa Tecla a la foguera, Retaule de la catedral de Tarragona, font:Arquebisbat de Tarragona |
Recibida la citación el rey dio voces
y llamó a los alguaciles, pero cuatro miembros de su consejo
que ya estaban prevenidos por los canónigos
le dijeron al rey: -¿Que es esto
señor que manda su alteza hacer?. El rey a voces respondió: ¡Mirad que
os avala Dios! ¡Para delante de la divina majestad me han citado, que tenga de
comparecer y dentro de dos meses¡
Dijeron sus caballeros –Señor guardaos de tomar con Dios, y huid de su
ira que todos estos son eclesiásticos y varones de honor y no piden sino que
los oíais. – Venga pues dijo el rey. Entrando ante el rey, enmudecieron todos,
salvo el mossèn Bernad de sant Dionisio, que le respondió y le dijó: -Señor, nos quejamos con gran dolor, porque mandáis
destruir el patrimonio de Cristo y de la iglesia de Santa Tecla.
Dijo entonces el rey –Ahora dejemos
de hablar de esto, que el oficio de la misa comienza y estorba a los cantores,
volveos para vísperas, y entonces os oiré. Volvieron y el rey les dijo:-Yo
quiero Tarragona, y quiero haceros cumplida enmienda por ella. Respondieron
ellos, que no tenían tal poder, ni se podía hacer sin el poder del papa. Replicó el rey –Ya sé yo que no lo podéis
vosotros hacer, pero por lo menos sí lo que en vosotros está, que estaré
contento con ello, de lo otro ya me haré con los papas, uno en Roma y el
otro en Aviñón. Dijeron ellos que se diese orden, que ellos sin culpa
cumplirían lo que de justicia pudiesen hacer y estarían contentos. A la postre
se realizó la enmienda por la ciudad, puestos como árbitros, por la parte del
rey, don Pedro de Val, tesorero del rey y don Beringuel de Avella y por parte
del prior y cabildo don Pedro de Requesenes, obispo de LLeida y mossèn Simón de Monteolivo, sacristán de
Tarragona.
Llegó en este medio las fiestas
de Navidad y se paró todo. Se siguió adelante, en la noche misma del día de la
circuncisión, el rey despertó, y comenzó a dar voces. Llegaron los pajes y
dijeron –¿Qué es lo que manda su alteza? Dijo el rey -¡Que me llamen los
médicos, luego que he sido muy gravemente herido por una bofetada, que una
doncella resplandeciente y hermosa me dio en este punto, y tan malo me siento¡
Y súbito le aparecieron calenturas mortales. Vinieron los médicos y juzgaron
las fiebres como muy peligrosas. Mandaron llamar a los padres de confesión y
teniendo por dicho, que fuese la divina venganza y que fuese la doncella la
misma santa Tecla, en cuyo patrimonio, que es la iglesia de Tarragona, el rey pusiera
las manos.
A consejo de letrados y de los
mismos padres de penitencia para enmienda del sacrilegio que hiciera mandó redactar un
codicilo y mandó por aquél, que lo primero que el primogénito y sucesor suyo hiciese,
que antes de tomar la posesión de los reinos restituyera a la iglesia de
Tarragona todo lo que de justicia, derecho y razón se debiera restituir por los
daños infringidos por él. Y recibido
después con arrepentimiento y gran devoción los sacramentos de la iglesia
encomendó su espíritu a nuestro señor, y tres días andados después de la
bofetada, que a cuatro del mes de enero, cuarenta y un días después de
presentada la citación, que a veinticuatro de Noviembre se presentó y al cuatro
de enero murió. Año de mil trescientos ochenta y siete. Él fue a dar cuenta en
la corte del cielo, al soberano y eterno juez de los reyes. Las honras se
hicieron magníficamente y el cuerpo fue a la postre llevado a Poblet y con gran
solemnidad en él sepultado.
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Sepulcre de Pere El Cerimoniós al monastir de Poblet, font:santodehoje.blogspot.com |
Font de la informació:Revista Kesse nº 47 Eduard Juncosa Bonet, basado en el artículo:La bofetada de Santa Tecla al rey Pere el Cerimoniós, Revista En la España Mediaval, vol. 33
Història
El context en què s’inscriu el relat es correspon amb
els darrers dies de vida del rei «Pere terç» –a primers de l’any 1387–, quan
feia quelcom més d’una dècada que les tensions entre la monarquia il’Església
de Tarragona havien assolit el seu punt àlgid.
Per tal d’emmarcar adequadament el conflicte, cal
recordar que el domini jurisdiccional de la ciutat i el Camp tarragoní era
compartit –des de les concòrdies Ad notitiam (1151) i Ad perennem (1173) -
entre els dos principals poders de la Corona catalanoaragonesa, fet que
comportà la creació d’un cosenyoriu tan particular i complex com interessant.
La inicial col·laboració entre els coprínceps va donar pas a tensions constants
quan l’amenaça sarraïna s’havia esvaït i les necessitats econòmiques de la
Corona van esdevenir cada cop més urgents. Així doncs, des dels anys centrals
del segle, es va endegar una clara competició entre el rei Pere i l’arquebisbe
Pere de Clasquerí –qui, a més de ser amic personal del monarca, n’era el seu canceller–
per a fer-se amb el domini exclusiu de la ciutat, tot deixant enrere la doble
jurisdicció.
El rei, gelós de la seva autoritat i conscient de la preeminència gairebé
omnímoda que la mitra exercia sobre els espais compartits, va centrar la seva
actuació en la provocació i la recuperació de les seves prerrogatives fins que
el prelat, sentint-se ofès i vexat, decidí anar-se’n a Avinyó amb la intenció
d’obtenir l’empara del papa. De retorn a Tarragona, l’arquebisbe morí i la seu
tarragonina restà vacant durant set anys, els quals varen ser utilitzats pel
sobirà per tal de materialitzar les seves intencions.
Les diverses estratègies empreses van donar els seus fruits i la pròpia
ciutat, dotada d’unes institucions representatives cada cop més madures, va
bascular a favor de la causa reial, tot i que això suposés l’enfrontament
directe amb una part important del capítol catedralici. Les lluites de bàndols
i parcialitats van fer-se cada cop més intenses, però la batalla semblava estar
controlada pel longeu monarca i la seva quarta muller, Sibil·la de Fortià.
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Sibil·la de Fortià, font:Wikipedia |
Font
de la informació:Revista Kesse nº 47 Eduard Juncosa Bonet, basado en el
artículo:La bofetada de Santa Tecla al rey Pere el Cerimoniós,
Revista En la España Mediaval, vol. 33
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